El día de hoy, Seguridad en las Rutas recuerda la pérdida de los integrantes de la Familia Esquivel, y la familia Kohn, por lo ocurrido un 20 de Agosto del año 2000 en Valenzuela, cuando Carmi Esquivel, Mechi Esquivel y Richi Kohn regresaban de una tarde con amigos, donde no fue el alcohol el que se cobró éstas tres preciadas vidas, sino la velocidad y la falta de uso del cinturón de seguridad.
“¡Cuanta juventud perdida en las vías de la vida!”
Setiembre es el Mes de la Juventud, oportunidad ideal para hablar de los jóvenes conductores. La falta de experiencia, la inmadurez y los comportamientos riesgosos de los adolescentes en la conducción de vehículos, los sitúan en un nivel de mayor riesgo en relación a los conductores de más edad, incurriendo en una tasa mayor de choques fatales. Actualmente hay 1.800 millones de personas de entre 10 y 24 años de edad, que constituyen la generación de jóvenes más grande en la historia. Diariamente, más de 1.000 jóvenes pierden la vida en las carreteras del mundo. A nivel mundial, los traumatismos debidos al tránsito constituyen la Primera Causa de Muerte en personas de 15 a 29 años de edad, seguidos por los Suicidios y el VIH/SIDA. La mayoría de los jóvenes que mueren a consecuencia de las colisiones en el tránsito, son usuarios vulnerables (peatones, ciclistas, motociclistas y usuarios de transporte público). En Paraguay, el rango de 15 a 29 años de edad es el de mayor mortalidad en siniestros viales, siendo el de 20 a 24 años el que más muertes registra anualmente. La mayor cantidad de motociclistas fallecidos y lesionados se concentra entre los 15 y 34 años de edad. ¡Cuánta juventud perdida en las vías de la vida! Los principales factores de riesgo para los jóvenes son la edad, la inexperiencia y el sexo, que se suman a las leyes viales insuficientes, la escasa supervisión del cumplimiento de las normas y la infraestructura vial deficiente. Estudios realizados indican que, los riesgos son más altos durante el primer año después de la obtención de la licencia de conducir, debido a criterios como por ejemplo el hecho de conducir un vehículo prestado. Los conductores nóveles se dejan influenciar por otros jóvenes y son menos capaces de evaluar los riesgos, de controlar el vehículo y de tomar decisiones correctas. Manejan sobre el límite de velocidad, cometen errores más frecuentes y se distraen más fácilmente. Los riesgos aumentan cuando los conductores son varones jóvenes, siendo los de 16 y 17 años de edad los más expuestos. Éstos tienen mayor tendencia a subestimar el riesgo y a sobrestimar sus habilidades con respecto a las mujeres jóvenes. Por otra parte, no quieren utilizar el cinturón de seguridad ni el casco ni el chaleco reflectivo. Sus características psicológicas, la búsqueda de sensaciones fuertes y el exceso de confianza, les pueden jugar una mala pasada. En ese sentido, son más propensos a conducir bajo los efectos del alcohol, fatigados, con somnolencia o a altas horas de la noche, lo cual es tres veces más peligroso que conducir de día. Los sistemas de emergencias médicas se ven saturados de pacientes jóvenes. Un estudio de los costos de atención de menores accidentados en motos en el año 2016 en el Hospital del Trauma de Asunción, dio como resultado que los Años de Vida Potencialmente Perdidos (AVPP) fueron de 2.159 años. ¡Cuánta juventud perdida en las vías de la vida! Por eso es fundamental inculcar a nuestros adolescentes valores como la solidaridad y el amor por la vida, que significan cuidarse el uno al otro, pregonando el uso de elementos de seguridad vehicular y la conducción prudente y en óptimas condiciones psicofísicas, preservando la vida por encima de la diversión y de las emociones propias de la juventud. Además, los jóvenes deben ser agentes de cambio, interviniendo en las políticas públicas, tal es el caso de los/as fundadores/as voluntarios/as de S.E.R., quienes tras la muerte de 3 jóvenes amigos, emprendieron acciones para instalar la educación vial en nuestra sociedad, evitando que más vidas jóvenes se pierdan en el tránsito.